Somos genuinamente curiosos y buscamos diferentes puntos de vista.
Acogemos pensamientos y experiencias diversas para crear mejores resultados.
La retroalimentación actúa como un puente hacia la verdadera inclusión. Cuando observamos oportunidades de mejora en una práctica de equipo, la retroalimentación constructiva se vuelve increíblemente beneficiosa. Por ejemplo, podrías decir: «Algunas de nuestras reuniones podrían beneficiarse realmente de una mayor diversidad de puntos de vista. Para mejorar la inclusión, considera invitar a (nombre de la persona) a que contribuya con sus sugerencias únicas». Esta práctica fortalece una cultura profundamente abierta y da autonomía a los miembros del equipo para que se hagan responsables de sus contribuciones, asegurando que todos se sientan genuinamente incluidos y respetados.
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